La típica segmentación demográfica, psicográfica y geográfica ya no es suficiente.
Cuando me gradué de la Universidad, era pecado decir que un producto iba para cualquier persona, sinceramente creo tan solo hace algunos años que todavía hasta a Philip Kotler le daba un micro infarto al escuchar esa idea, pero sí es cierto, hay productos que están dirigidos a muchos segmentos al mismo tiempo, incluso cada tamaño o presentación tiene su propio segmento, esto realmente convierte la planificación de mercadeo en un gran reto al querer hacer eficiente la comunicación al público específico.
Lo que yo he encontrado, gracias a los procesos de innovación, es que, realmente hay que regresar a las bases del marketing, por definición el mercadeo estudia las necesidades de una población y desarrolla productos o servicios para satisfacerlas, entonces, por qué no segmentar por “necesidad”. Esta premisa me ha abierto las posibilidades de desarrollo de campañas efectivas.
Al pensar en las necesidades profundas (por favor notar que estoy diciendo profundas) del consumidor, nos centramos en el usuario, y esa es la única forma en que vamos a poder generar lineamientos estratégicos que en verdad brindan soluciones viables para las personas.
Algunas formas de encontrar necesidades profundas del consumidor es a través de entrevistas con fines más antropológicos que estadísticos, es por esta razón que cada vez hay más Directores de Mercadeo que estudian antropología, es que la típica segmentación demográfica, psicográfica y geográfica ya no es suficiente. Cuando digo antropológicas me refiero a encontrar patrones de interacción de los consumidores/usuarios con nuestra solución (producto o servicio), estos patrones podemos llamarles “hábitos del consumidor”, sin embargo no son solo hábitos, sino son revelaciones de cómo, por qué, dónde y cuándo se utiliza nuestro producto, lo cual nos ayuda a determinar diferentes “Perfiles” de usuarios y así, volver más efectiva TODA nuestra estrategia, no digo solo el producto, sino desde la comunicación inicial con nuestro público objetivo, hasta la compra recurrente y fidelizada, que al final es la mejor medición de éxito